Beni

Beni es un chico pobre. Sus pantalones están rotos, al igual que su camisa, que está perdiendo los botones uno a uno. Solo le queda un botón. La gente le llama vagabundo, mísero, ladrón, pero le da igual, porque él no hace nada a nadie. Mucha gente le desprecia. Su sitio está en frente de la iglesia, y de vez en cuando en el primer banco del parque que se encuentra al lado de la tienda de chuches.

Hace ya muchos años que vivía con su familia, en una clase media, acomodado en sus costumbres y la monotonía. A los 28 perdió su trabajo. A los 29 perdió la poca familia que le quedaba. A los 30 quedó desahuciado. Él no tiene hijos, ni tampoco está casado porque no cree en las paparruchadas de la iglesia. Come con la ayuda de una vecina del bloque D los lunes, con una vecina de la urbanización El Castañar de los martes a los jueves. Los viernes viene a visitarle una mujer muy maja de un pueblo cercano con la comida restante de su humilde restaurante. Los fines de semana viaja a donde quiere. Tiene una guitarra, armónica y un sombrero de paja. Entre sus temas preferidos se encuentra “Don’t think twice, it’s all right» de Bob Dylan. Beni duerme en el saco de dormir que suele transportar en su pequeña mochila verde.

Cuando no le apetece andar intenta hacer autoestop, pero no le coge casi nadie por sus pintas. De vez en cuando conoce a gente que le deja una cama, ropa limpia y comida en algún sitio durante algunos días. La última vez estuvo viviendo durante dos semanas con una anciana, a cambio de cuidar de sus mascotas.

Cuando no viaja se tumba en frente de la iglesia o, a veces, en el primer banco del parque que se encuentra al lado de la tienda de chuches.

Mucha gente le desprecia.

La gente le llama vagabundo, mísero, ladrón, pero le da igual, porque él no hace nada a nadie. Sólo le queda un botón. Sus pantalones están rotos, al igual que su camisa, que está perdiendo los botones uno a uno.

Beni es un chico pobre, pero a la vez rico.

Basado en hechos reales.

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